"En realidad, el misterio del hombre no se aclara de verdad sino en el misterio del Verbo encarnado." Constitucón Gaudium et Spes, 22.
Es imposible para el hombre un monismo de mero espíritu o mera corporeidad. Es uno, y se dice de cuerpo y espíritu, unidad psico-somática.Por estas razones la respuesta al sentido de la existencia, más cotidianamente dicho el "¿para qué?", se encuentra únicamente en otro Misterio.Fácil es deducir que el sentido de la vida no reside en el hombre, sino que se debe a algo exterior que lo llama a preguntarse. Por ejemplo, la muerte, acto completo de la capacidad de la existencia terrenal. Es por una experiencia como esta que descubrimos que debe de haber algo que nos justifique como personas que somos.Y, puedo asegurarles, que "el corazón del hombre no descansará hasta encontrarlo" (san Agustín). Es por esta simple razón de necesidad que me atrevo a asegurar la primacía de la pregunta sobre el misterio de la existencia ante cualquier otra enseñanza que pretenda precederla.Esta puede ser considerada una de las razones por las que me afirmo en la convicción de que la educación en la fe es necesaria para que se den razones de aprender las posteriores enseñanzas escolares.Una persona debe intentar responder primero el para qué para que el por qué tenga sentido.